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jueves, 17 de mayo de 2018

Un enemigo bajo presión

Por Idefix

Muchos pudieran pensar que entre los mayores miedos que tienen todos aquellos que practican el submarinismo como deporte, está sin dudas el terror a aquellos insondables misterios que pueden hallarse en lo más profundo y desconocido del océano. Claro, cualquiera que diga esto es porque desconoce totalmente un factor llamado descompresión, que frecuentemente resulta más palpable, y por tanto más peligroso para los buzos. Este mal, que tiene categoría de síndrome, es uno de los más temidos entre los inmersionistas, por historias como las del peruano Alejandro Ramos, quien vio cómo su cuerpo se deformaba luego de ascender en un solo minuto la distancia de 35 metros.

Dicho suceso -casi mortal- ocurrió hace cuatro años, en 2014, cuando Alejandro se hallaba terminando su trabajo como recogedor de mejillones. Aquel día, ya cerca de concluir sus labores, un bote se acercó demasiado al suyo, a dónde él estaba conectado mediante una manguera para el oxígeno, la cual se rompió. Según él mismo declara, ya se encontraba listo para subir, en lo que calificó como un largo recorrido por escalas hacia la superficie, que duraría alrededor de 2 a 3 horas.

Un minutos más tarde, ya sobre su embarcación, comenzó a sentir unos enormes mareos, característicos del mencionado síndrome de descompresión. Como única manera de reparar el daño, unos colegas que se encontraban cerca, en otra embarcación, lo ayudaron a bajar a la misma profundidad, y a continuación inició de nuevo el trayecto, con el objetivo de hacer la correspondiente descompresión adecuada.

Sin embargo, sus compañeros no se tomaron el período de espera demasiado en serio, y el resultado fue que solo media hora más tarde Alejandro ya estaba afuera otra vez. Luego, en un momento en el que ya presentaba una severa hinchazón en todo su cuerpo, fue trasladado con rapidez al hospital más cercano para intentar salvarle la vida.

Más tarde, él mismo declararía que su salvación había sido un milagro, incluso a pesar de la deformación que todo ese evento generó en su cuerpo. En la actualidad, Alejandro Ramos, quien ya cuenta 56 años, mide menos de 1.60 centímetros, mientras que cada uno de sus bíceps es de alrededor de 24 a 28 pulgadas a la redonda. Sus codos tienen grandes bultos que se unen a los hombros, a la vez que los pectorales caen sobre el abdomen, igual de desproporcionado que sus caderas, muslos y espalda. Además de todo esto, padece intensos dolores en las extremidades óseas que no le permiten caminar con normalidad, mientras que un silbido sale de su pecho cuando respira.

La causa fundamental del síndrome de descompresión es la aparición de burbujas de nitrógeno en el cuerpo humano, a causa de las altas presiones a las que se ve sometido cuando se encuentra sumergido en el mar. Mientras que sobre tierra firme nuestro organismo expulsa ese gas, bajo el agua este es asimilado, por lo cual se inserta en el torrente sanguíneo como consecuencia de la misma presión, y por tanto debe ser expulsado durante el proceso de ascensión a la superficie.

Ya fuera del agua, se produce lo que se conoce como etapa de desaturación de oxígeno, durante la cual ocurre una lógica disminución de las presiones y por tanto los gases abandonan los tejidos hacia dos partes: la sangre y los pulmones. Es por ello que el exceso gaseoso debe ocurrir de una manera lo más lenta posible, y esa es precisamente la razón por la cual los ascensos desde las profundidades marítimas deben realizarse siguiendo una serie de patrones en dependencia de la distancia de la superficie y del tiempo que dure la inmersión. En caso de no cumplir con las especificaciones, pueden producirse afecciones de tipo neurológico, respiratorio o cardíaco.