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miércoles, 27 de junio de 2018

Rompiendo el corazón de los unicornios de mar

Por Nilyam

Los últimos estudios realizados por los biólogos marinos dan cuenta de que el estrés que sufren los narvales, animales conocidos como unicornios del mar, cuando huyen de las embarcaciones humanas y los ruidos que hacen, puede afectarlos enormemente al generarles una bradicardia tan extrema que puede comprometer su propia vida.

El narval es uno de los mamíferos marinos que puede sumergirse a mayores profundidades, llegando hasta los 1.500 metros. Lo que los distingue es que pueden hacer esto, pero a una velocidad muy lenta, a tal punto de que si en la superficie el ritmo cardíaco suele estar entre los 60 latidos por minuto, este disminuye a los 20 cuando el animal baja a las profundidades marinas. Este comportamiento de ralentización del metabolismo de los unicornios del mar responde a la necesidad de ahorrar el máximo posible de oxígeno, lo cual los hace muy resistentes, pero nada rápidos.

La bióloga marina Terrie Williams, de la Universidad de California, en Estados Unidos, es una de las autoras del estudio que demuestra que, cuando escapan de los humanos, los narvales (Monodon monoceros) someten su cuerpo a un intenso ejercicio físico al tiempo que reducen su ritmo cardíaco. En estos momentos específicos, el corazón de los narvales late hasta a tres latidos por minuto, una disminución del 94% del ritmo cardíaco. Un comportamiento que pudiera calificarse de extraño y peligroso, al mostrar una respuesta paradójica en la que se produce una insólita combinación de reacciones de miedo, inmersión y ejercicio superpuestas unas sobre otras.

Williams explica que, cuando los narvales se enfrentan con los barcos y ruidos de los humanos, escapan rápidamente al fondo marino batiendo su cola más de 40 veces por minuto, cuando en situaciones normales no van más allá de las 20 batidas. Sin embargo, lo más preocupante y peor de todo es que hacen este gran esfuerzo físico con el corazón casi parado, contrayendo a tres o cuatro sus latidos por minuto. “Se trata de una situación fisiológica insostenible, pues afecta a la cantidad de oxígeno disponible para órganos claves como el cerebro y el transporte del calor necesario para evitar la hipertermia. La circulación de la sangre es vital para ambas funciones”, destaca la bióloga marina.

Unido a esta bradicardia tan extrema que viven los narvales, preocupa a los investigadores el hecho de que los deshielos que están sufriendo los mares árticos permiten la mayor presencia humana, y como consecuencia, sus rápidos y ruidosos barcos chocarán con más frecuencia con el mundo de los narvales, generándoles estas estrepitosas huidas que pueden quebrar su corazón.