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lunes, 25 de junio de 2018

Una lucha sin fin: los delfines rosados de la Amazonía

Por Miss GD

Uno de los animales más afectados por la inmensa contaminación y explotación comercial del extenso Amazonas latinoamericano, uno de los ecosistemas naturales más grandes del mundo, es el llamado delfín rosado, considerado como el delfín de agua dulce más grande del planeta, que puede llegr a medir casi 3 metros y pesar 180 kilogramos. Aunque similares en aspecto, esto animales no son iguales a sus parientes de agua salada, pues la mayoría de los delfines que habitan los mares tiene las vértebras fusionadas para nadar más rápido en forma aerodinámica, pero los de río, mueven la cabeza de lado a lado, y no necesitan nadar muy rápido.

Los delfines rosados tienen igualmente, una forma peculiar en la frente, dígase de una zona de grasa que es por donde atraviesa el sonido que producen en los orificios nasales y que tiene una importante función para la ecolocalización. Estos animales siempre son rosados, pues al nacer son de color gris oscuro y con el paso de los años se vuelven de un tono gris pálido.

Fernando Trujillo, biólogo colombiano y una de las autoridades mundiales en delfines rosados, en entrevista a la agencia BBC, resalta la importancia de que el gobierno colombiano prohibiera el consumo de un pez del Amazonas.

Y es que refiere, para los indígenas los delfines son animales sagrados, pero la gran amenaza para esta especie proviene de la pesca comercial. La matanza masiva de delfines rosados ha ido en aumento en la Amazonía, fundamentalmente, para usar su carne y su grasa como carnada para atrapar a otros peces de gran impacto económico.

Las cifras indican que en Brasil, cada año los pescadores comerciales eliminaban a más de mil 500 delfines. Y lugo de que la pesca indiscriminada fuera controlada en esa nación, la cacería de delfines simplemente se trasladó de lugar y se intensificó en otros países como Perú, Bolivia y Colombia.

Para intentar reprimir estos altísimos niveles de muertes de delfines rosados, Trujillo comenzó a investigar el consumo de un pez carroñero del Amazonas, para el cual se utiliza el delfín como carnada, y sospechó que este acumulaba en su organismo niveles altos de mercurio. Efectivamente encontraron altos niveles de mercurio y presentaron los primeros resultados al gobierno colombiano.

A partir de ello, en septiembre de 2017 se introdujo en esa nación una veda permanente sobre la captura y comercialización del pez carroñero, disminuyendo así, el número de delfines que se capturaban.

Hoy, la fundación de Trujillo, Omacha, y varios institutos y gobiernos investigan alternativas económicas sostenibles para desarrollar en el Amazonas como el turismo, los cultivos de cacao orgánico, y la acuicultura con especies nativas.

Y es que en los últimos 20 años ha habido superpoblación en la Amazonía debido a las actividades eonómicas que este ecosistema puede albergar, como la minería, los grandes cultivos de soya, y las hidroeléctricas que generan el crecimiento de pueblos alrededor. Según Trujillo, hay ya 34 millones de seres humanos que habitan en la Amazonía y de los cuales solo alrededor de 4 millones son indígenas.

Trujillo recibió amenazas tras la prohibición de la pesca, pero no obstante, refiere que está comprometido con conseguir alternativas económicas para la región amazónica, y que no está interesado en acabar con la economía de la región, sino en fortalecerla y hacerla sostenible.

India que la lección aprendida es que además de ser científico, se necesitan abordar otras problemáticas políticas, socioeconómicas, pues vivimos en un mundo complejo y no lo podemos simplificar algo a la medida de nuestro propio interés. Por ello se debe trabajar con economistas, sociólogos, antropólogos, comunicadores etc. y crear redes de trabajo en busca de soluciones para la Amazonía.

Además, después de 30 años de trabajo en la región amazónica, Trujillo refiere claramente que la conservación debe incluir la dimensión humana.