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miércoles, 13 de junio de 2018

Lenguaje y chabacanería

Por Janet

El lenguaje expresa quienes somos, qué pensamos, qué sentimos, de dónde venimos, hacia dónde vamos. Se dice que envuelve y proyecta el pensamiento, lo pule y engrandece. La delicadeza en el hablar es consustancial a la buena imagen personal. No la destruyas. Para seducir y convencer no hay nada como adoptar un lenguaje natural, donde la autenticidad sea base de la seguridad personal. El lenguaje forma parte de la vestimenta del pensamiento y definir cómo lo vistes de acuerdo con tu estilo, manera de ser y edad resulta ineludible. La magia de la palabra apuntala la comunicación. No te olvides que la lengua española la hablan más de 450 millones de personas en el mundo. También cada día cobra mayor intensidad en la red de redes. Por tanto, el buen decir, incluidos el tono, la modulación y el uso apropiado de las palabras, se convierte en sabia nutritiva para el desarrollo de la personalidad.

Ahora más que nunca, dominar los significados de las diferentes palabras, emplear las adecuadas en la comunicación cotidiana, desplazando vulgaridades y chabacanerías, resulta una obligación. Mediante la conversación, intercambias conocimientos… realmente, se vive diciendo. Por eso aprender algunas de sus reglas es imprescindible. Entre ellas manejar la voz, no es nada grato mantener una conversación con quien hiere los oídos, hablar alto es sinónimo de mal gusto, poca delicadeza y mala educación. Escuchar, expresarse a gritos con el fin de ser atendido es inadecuado y muy reprobable, mas atención te prestaran si sabes mantener un tono grato, si las inflexiones de tu voz son precisas y de acuerdo con lo que deseas expresar. La voz se educa. Leer en voz alta, modulando las palabras, pronunciando cuidadosamente, constituye un excelente ejercicio para alcanzar este objetivo. En líneas generales, alrededor de 2000 palabras utiliza una persona de cultura media en su vocabulario cotidiano. Las dos formulas más utilizadas y que siempre debes tener listas: por favor y gracias. Aprender a decirlas desde siempre garantiza el camino de las buenas maneras.

Un ejemplo que a veces resulta cotidiano: hace varios días un joven, compañero de aula, me decía que el no necesita ser cortes, ni hablar bonito para tener muchas novias. Conversamos acerca de estos temas y, en especial, sobre lo que adorna, negativamente, una personalidad. No comparto para nada la idea de que tener muchas novias sea ideal. Es que ama a alguna… y las demás, solo para pasar el rato… Una persona grosera nunca será atractiva, pienso que no será popular un joven indiferente, o desarrapado, o vulgar que no sepa ceder un asiento a su chica, conducirla por las aceras, llevarle los libros, tener una conversación interesante de los temas apropiados para su edad. Un joven que este informado y que quizás hasta el deseo de regalar una flor, decir una frase hermosa y suspirar en el momento preciso que la intimidad lo demanda… El trato delicado hermosea el existir, y las personas lo valoran, incluso los más jóvenes, alegres y audaces. La vida de hoy, a pesar de sus prisas y lo corto que parece el tiempo, no esta divorciada del necesario pulimento personal que resalta la buena educación. Las tensiones promueven reacciones imprevisibles que hacen las relaciones difíciles. La incomunicación se convierte en una constante en los vínculos cuida los pequeños detalles.

Se puede decir que constituyen errores frecuentes el interrumpir al que este hablando significa no escuchar lo que te están diciendo, solo piensas en lo que quieres decir así que espera tu turno y haz que este sea respetado. Adivinar el pensamiento de otros, adelantarse a suponer que es lo que quieren decir , creer firmemente que es así, negando a las otras personas toda posibilidad de rectificar, cortando la palabra, interrumpe la comunicación y vicia las relaciones. Pensar y juzgar automáticamente, seguir un esquema mental preconcebido, derivado de un equivocado aprendizaje, condiciona una respuesta de contraataque, la agresividad toma vuelo y se adueña de las relaciones. Ser impaciente, controlador, dominante, impulsivo; querer que las cosas se hagan y digan a tu manera, olvidando que en toda verdad hay matices y enfoques variados que se deben respetar para vivir en armonía y compresión.

Esta actitud conforma infranqueables puentes en la comunicación. Discutir tonterías, ser claro, preciso, específico, no vale la pena amargarse por cosas triviales que verdaderamente, no trascienden. Dar golpes bajos, traer a colación rencores pasados, dar rienda suelta a la amargura sin base; burlarse, utilizar la ironía, amenazar, manipular no solo pone barreras, sino agria las relaciones interpersonales. El objetivo de una comunicación es transmitir un mensaje, informar al otro de la opinión personal. Convencer de algo, conseguir colaboración, comprensión, tolerancia. No es triunfar ni humillar.