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jueves, 7 de junio de 2018

Representaciones sociales a debate

Por Miss GD

En el año 1961 Serge Moscovici tras una década de investigación, fundaba un novedoso campo teórico. Su libro “La Psychoanalyse, son image et son públic" indagaba precisamente sobre la representación del psicoanálisis en la prensa escrita francesa y proponía nuevos postulados que redefinían los problemas y conceptos básicos de la Psicología Social- materia de la cual fue fundador junto a otros autores europeos.

La Teoría de las Representaciones Sociales “constituye la designación de fenómenos múltiples que se observan y estudian a variados niveles de complejidad, individuales y colectivos, psicológicos y sociales y además una nueva unidad de enfoque para la psicología social.”

Arduo y polémico fueron los inicios de este corpus teórico pues se vio restringido entre otros factores por la influencia en aquellos años del Conductivismo- que reconocía como objeto de estudio el comportamiento manifiesto y desestimaba las elaboraciones subjetivas de los grupos-; daba prioridad a los estudios individuales y confundía representaciones sociales con actitudes.

La Teoría de las Representaciones Sociales constituye, junto a los estudios sobre cognición social uno de los grandes campos que dan cuenta acerca del pensamiento social; en su desarrollo fueron decisivos los aportes de la sociología del conocimiento y los postulados sobre la construcción social de la realidad.

El trabajo de Moscovici, comparte un contexto histórico-social y teórico con los presupuestos sobre la construcción social de la realidad que desarrollaran Peter L. Berger y Thomas Luckmann (2007).

No es extraño encontrar puntos de contacto entre la Teoría de las Representaciones Sociales y los supuestos de Berger y Luckmann quienes profundizan sobre el carácter dual de la realidad como construcción y facticidad objetiva y subjetiva; su establecimiento a partir de la interacción social de los sujetos quienes objetivizan la vida cotidiana (mediada por el espacio, el tiempo, la historia y la cultura), estableciendo- desde un proceso dialéctico-, rutinas, instituciones, roles que luego se le devuelven “como algo exterior a él mismo” cargados de cierta “naturaleza” siempre con fines reguladores.