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martes, 8 de mayo de 2018

Verdugo, los Steinway de Ecuador

Por MayitoWolf

Luis Verdugo soñaba con ser concertista, pero en el Conservatorio Nacional de Música lo rechazaron: quizás le hicieron un favor aquellos jueces, porque el hijo de un afinador de órganos Harmoniums se convirtió en el luthier más famoso de Ecuador, un referente en el viejo arte de construir y afinar pianos.

Décadas después, con una obra reconocida, encargos pasmosos y hasta el privilegio de afinarle a Elton John un piano valorado en un millón de dólares, los Verdugo son sinónimo de tradición familiar, al punto que muchos los consideran los Steinway ecuatorianos, en alusión a los creadores de los mundialmente célebres pianos de concierto.

Bien visto, el rechazo fue oportuno y las cosas pasan por algo, alguna razón mayor: en aquel viaje a Quito, María de Lourdes Cordejo, una monja del Colegio Rumipamba a la que había conocido tiempo atrás, le encargó el arreglo de 15 pianos. Y luego le pidieron arreglar otros 15. Y así, el Conservatorio que le negó sus aulas le confió sus pianos, y ahí estuvo por 34 años, gracias al maestro Luis Humberto Salgado.

Por sus manos pasaron el piano del gran Arthur Rubinstein, y cuando ya dominó el arte de la reparación, se empeñó en construir sus propios pianos de cola. Elaborada pieza a pieza, con minuciosidad de orfebre y materiales de Ecuador, aquella belleza le tomó un año y medio, y la puso a disposición de la maestra Anjela Rushanian. 

Para dar una idea de lo monumental de la obra, un piano tiene más de 10 mil piezas, consta de una parte estructural, tiene clavijas, cuerdas, un chasis de hierro fundido, una caja armónica, puentes, 88 teclas y un sistema mecánico cuyo montaje demanda pericia y maña.

Daniel, el hijo de Don Luis, heredó la pasión por convertir madera y metal en fuentes de melodías en manos de virtuosos. La magia  nace en un pequeño taller de Sangolquí, en el cantón Rumiñahui, donde los Verdugo engendran la maravilla desde hace casi un siglo: la atención al detalle distingue a esta familia, que conoce este oficio como nadie.

Aparte de los años de labor, la constante superación, el estudio de bibliografía, sobre todo alemana, propicia que este producto genuinamente ecuatoriano goce de renombre mundial.