Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

miércoles, 13 de junio de 2018

Lo que perdemos al ''madurar''

Por thais

Quizás en el transcurso de la vida aprendemos diversas lecciones en el aspecto profesional y en las dimensiones de las relaciones sociales, la vida cotidiana en sí, pero a su vez vamos perdiendo capacidades que son innatas de los seres humanos y que cuando teníamos dos o tres años, aún estaban con nosotros. Independientemente del crecimiento profesional y emocional que vamos teniendo en el transcurso de la vida, hay pequeñas cualidades que hemos perdido y valen la pena recuperar, ya que contribuyen no solo a este crecimiento sobre todo en el plano espiritual y psicológico, sino también a renovar la esencia de lo humano que hay o que había en nosotros.

Una de las cualidades más importantes que vemos en los niños de edades tempranas es la perseverancia que se demuestra en que, cuando tienen un objetivo claro en mente como un simple juguete encima de una mesa alta. Buscan todos los mecanismos posibles para alcanzarlo, como colocar un cojín o un objeto alto que le permite atrapar el juguete y si no lo consigue lo vuelve a intentar o busca otras formas de alcanzarlo hasta que lo logra. Es sumamente importante la constancia para alcanzar nuestros objetivos, no importa cuántas veces caigas o falles en tus proyectos, lo que realmente vale es saber levantarse las veces que sean necesarias y perseverar en la búsqueda y el cumplimiento de nuestros sueños. En este sentido la valentía es otra de las cualidades que debemos recuperar. Los niños no tiene miedo, algunos dicen que porque no piensan en las consecuencias (porque claramente no se encuentran en edad de hacer esos razonamientos) o porque no miden el peligro; pero lo cierto es que necesitamos un poco de esa valentía y fortaleza para enfrentar nuestros miedos, para resistir a las adversidades, para afrontar los cambios y estar abiertos a ellos porque son muy necesarios, en algunas ocasiones.

Otra de las cualidades que vamos perdiendo es la curiosidad, ese entusiasmo ante la nuevo, lo que no conocemos. A veces nos encontramos muy apáticos y nuestras rutinas cada vez son más asfixiantes, pero no salimos de ellas porque no conocemos nada más ni nos interesa conocerlo. En otras ocasiones nos sentimos tan relajados y cómodos en nuestra ‘’zona de confort’’ que nos parece loco o demasiado arriesgado salir de ese espacio que hemos construido con lo que conocemos. En ambos casos y en otros siempre es importante tener esa curiosidad, la ilusión por lo novedoso, por adquirir nuevos conocimientos, por conocer nuevas personas, por abrirte a un mundo que esta rebosante de oportunidades y de nuevos momentos todos los días.

La alegría, la actitud positiva frente a la vida es otra de cualidades que debemos reincorporar en nuestras emociones. Actitud que nos va a permitir enfrentar cada día con una sonrisa, con optimismo, quizás también haciéndole caso a las debatidas Ley de la Atracción o del Universo, que aunque no sabemos a ciencia cierta si funciona, no cabe duda que la actitud positiva es sumamente beneficiosa para nuestro yo interior, así como también para ver la vida con otros colores. El entusiasmo con que enfrentan los niños cada tarea que hacen, es como si siempre fuese la primera vez, es otra de las beneficiosas cualidades que necesitamos recuperar.

Otra de las habilidades que admiro de los infantes es su capacidad para expresar las emociones sin ningún tipo de dificultad. Demuestran en todo momento lo que están sintiendo, sin ningún tipo de filtro. Sabemos perfectamente cuando un niño esta algre, cuando está triste, cuando está celoso, cuando se molesta pero, nosotros los adultos ¿Aprendemos de ellos? Creo que la respuesta es no. En algún punto de nuestra vida sabíamos perfectamente cómo expresar nuestros sentimientos y emociones, pero en el transcurso de nuestras experiencias vitales íbamos colocando capas y capas de protección, ‘’la coraza’’ como le decimos a veces, que no permite que nos expresemos como somos realmente en todo momento. Aprendamos, entonces, de los más pequeños, que siempre tienen mucho que enseñar. Recuperemos esas cualidades que nosotros mismos nos hemos arrebatado y seamos niños otra vez, en este sentido, porque resulta sumamente beneficiosos para nuestra sanidad psicológica y emocional y de igual forma para que los demás y principalmente nuestro círculo de personas más cercano, conozca realmente quienes somos.