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viernes, 29 de junio de 2018

El pensamiento del más gigante cubano

Por Janet Rios

El pensamiento revolucionario de Fidel, se fue forjando, desde su niñez pudo apreciar las desigualdades entre los hombres y su familia según la posición social que tenían en la sociedad y la relación entre estos: la existencia de la pobreza, injusticias, desigualdades, una insuperable contradicción entre sociedad y el verdadero desarrollo. Le ayudo en la vida, como vivió y como vio lo que vivió, según las propias palabras de Fidel. La educación familiar influyo mucho en su temprana formación de su carácter, principios éticos y morales, férrea disciplina, valor e independencia que fueron creciendo con los valores en los que siempre ha creído y defendido.

Sus padres fueron los que les trasmitieron no solo en los genes sino también en el ejemplo de cada día, que su mayor asidero siempre fue y ha sido su principal fuente de inspiración de justicia social, de solidaridad humana, sacrificios, austeridad, tenacidad y valor a toda prueba.

Las circunstancias,los momentos, las dificultades de la lucha, y sobre todo su manera pensar, lo fueron labrando como un torno labra un pedazo de metal. El hombre no nace revolucionario y va adquiriendo los valores en la vida, y su educación como dijera José martí, comienza en la cuna y concluye con la muerte. Fidel tuvo buena cuna e influyeron en él, la situación de la zona donde nació en pleno campo, en un latifundio, que lo fueron formaron aun sin saberlo en revolucionario.

Sus padres, Don Ángel y Lina, eran de origen humilde, trabajaban y convivían con la gente, a pesar de que alcanzaron una posición que les permitió adquirir propiedades sobre aquellas tierras, continuaron siendo accesibles, sin la cultura excluyente de los terratenientes de cuna, y sus hijos crecieron junto a la gente sencilla.

Esto le permitió relacionarse en aventuras y complicaciones sin importarle que no fueran hijos de terratenientes, hacendados, trabajadores, ni si eran blancos, negros, haitianos o vaqueros. Eran amigos y no había distinciones ni racismo, y crear afectos perdurables con los muchachos del Batey.

Desde su temprana edad, pudo observar, que unos tenían zapatos y ropas y otros no, unos que comían y podían darse el lujo de ser inapetentes mientras que otros tenían un apetito voraz. La férrea disciplina de castigo corporal que se aplicaba en la escuela primaria, contra lo que siempre se rebeló.

Los abusos de la guardia rural contra los campesinos, protegiendo los intereses de las administraciones norteamericanas, los altos funcionarios en contra de los obreros cubanos. En los colegios electorales de Biran, los soldados, empleando la fuerza bruta, con los fusiles y dejando caer la fusta sobre las espaldas de los campesinos y los antillanos. Fidel sintió mucha amargura con aquel maltrato visible.

En 1934 ingresó en el colegio La Sallé de Santiago. En los alrededores de septiembre del año 1939 se inscribiría en el Colegio de Dolores, de los jesuitas, también en Santiago de Cuba . En 1942 ingresó al Colegio de Belén en la Habana donde fue seleccionado mejor deportista del curso 1943-1944. Allí estudiaba la flor y nata de la alta sociedad, pudo ver lo retrogrado y conservadores de los programas de estudio, en asuntos de sociedad, política y moral. Allí, entre sus lecturas preferidas, se encontraban la Revolución Francesa. Finalizó el bachillerato en junio de 1945.

Ingreso en la Universidad de la Habana el 4 de septiembre de 1945. Fidel impresionaba por la ética de sus acciones, por su espíritu de rebeldía y justicia, defendía la decencia de la universidad y los derechos estudiantiles. Sobresalía como destacado líder estudiantil y político. Despertaba admiración entre los jóvenes y tenía muchas amistades. Sus estudios anteriores sobre la obra martiana, la admiración por Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez, Antonio Maceo y, además, la lectura de la Revolución Francesa, tenían mucho que ver con su pensamiento y forma de actuar.

Como miembro de la Comisión de Dirigentes Universitarios contra la posibilidad de reelección de Grau, como Presidente del Comité Pro Democracia Dominicana en la Universidad de la Habana y como activista Pro Independencia de Puerto Rico. Fidel, envuelto en la vorágine de los tiempos tumultuosos que Vivian la Universidad, el país y hasta el continente, tuvo una presencia pertinaz en las protestas y luchas estudiantiles, por lo que lo que encarcelado en el castillo del Príncipe y permanentemente estuvo bajo el asedio y peligro de muerte.

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