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viernes, 22 de junio de 2018

¿Has padecido o padeces de procrastinación?

Por Sofía

A pesar de lo perturbadora que puede sonar la expresión la procrastinación es un comportamiento bastante habitual en los seres humano y que según los especialistas, se produce principalmente en los jóvenes. La procrastinación no es más que el hábito de demorar tareas importantes, sustituyéndolas por otras actividades más placenteras pero no tan relevantes. Es una práctica que puede tener efectos negativos en nuestra organización dejando apartadas o retrasadas cuestiones importantes que quizás nos resulten aburridas pero que son sumamente necesarias, como por ejemplo estudiar, realizar trámites legales e incluso tareas domésticas que se van acumulando días, semanas e incluso más tiempo.

Es catalogada como un trastorno del comportamiento que tiene su base en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad y el estrés. El término exacto se aplica normalmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla. La persona se siente mal porque no está realizando aquello que debería. Este comportamiento es muy prevalente en la población estudiantil, sobre todo en los adolescentes, ya que es normalmente en este periodo donde se le ofrece una menor importancia a las cuestiones relevantes para nuestro futuro, debido a que aún no comprendemos o no concientizamos las consecuencias de aplazar tareas significativas. Aproximadamente entre un ochenta y un noventa por ciento de los jóvenes procrastina en algún momento, y esto tiene un efecto adverso en el rendimiento académico, así como en la salud psicológica y emocional de estos jóvenes.

Anna Rodríguez es coautora de la investigación “Procrastinación en estudiantes universitarios: su relación con la edad y el curso académico”, una investigación realizada por el Departamento de Psicología Básica, Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona. La hipótesis que pudieron comprobar con la investigación es que la acción de procrastinar está vinculada con la edad. “Los más jóvenes prefieren las gratificaciones inmediatas. Es decir, pueden tener una gratificación a largo plazo mucho mayor, y sin embargo prefieren una gratificación inmediata más pequeña”, señaló a Zona Violeta Anna Rodríguez. Por lo que para estos fines prefieren realizar actividades más placenteras en las que obtienen la satisfacción en el momento.

“Tendemos a postergar tareas o actividades que nos suponen una dificultad. Pero también mucha gente tiende a retrasar ir al dentista, al médico, o empezar a hacer ejercicio. Y todo esto a la larga tiene sus consecuencias. El problema es que en este tipo de cosas, a diferencia de la procrastinación académica, no hay fecha límite. Tú te puedes pasar años y años postergando estos temas”, explicó Rodríguez.

Otra de las variables que influiría, según señala el estudio, es que a partir de la adolescencia los lóbulos frontales cerebrales inician un proceso de desarrollo que culmina al final de la juventud. Según explicó Rodríguez, este desarrollo cerebral permitiría comprender por qué cuando la persona se convierte en adulto deja de procrastinar. Este proceso coincide con el momento de maduración psicológica de las personas, derivado de las experiencias sociales y personales acumuladas en el transcurso de la vida y en el que también influyen numerosos factores sociales como la educación, escolar y familiar, los proyectos de vida, el contexto social, entre otras cuestiones.

Además de los efectos negativos en cuanto a la no culminación de una tarea, la procrastinación también tiene efectos en la salud. Incluso puede llevar a cuadros de depresión y ansiedad, según explica la especialista. Causadas igualmente por la frustración que puede producirnos el postergar tareas que sabemos que son importantes y que posiblemente este retraso tendrá consecuencias negativas para nosotros o para las personas involucradas. La procrastinación se establece a través de tres vías principalmente: por evasión, que es cuando se evita realizar la tarea por miedo al fracaso, lo cual también refleja un problema de autoestima; por activación, que es cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla y por indecisión, relacionado con las formas de realizar esa tarea, que finalmente no se culmina.

La procrastinación es principalmente un problema organización y de autorregulación del tiempo, por lo que sus soluciones estarían encaminadas en este sentido. En primer lugar es importante organizarnos diariamente las tareas, actividades y eventos que debemos realizar o participar cada día. Elaborar un mapa mental o incluso tomar nota del tiempo estimado que nos va a tomar cada tarea para ser más efectivos y productivos, sin ser evasivos con las tareas menos placenteras, es importante pensar que tendrán un impacto positivo para nosotros en el futuro. De esta forma evitaríamos la procrastinación contribuyendo así a nuestra salud emocional y psicológica.